Un programa de formación en economía circular no puede limitarse a transmitir conceptos básicos o normativas; debe ser una experiencia transformadora que cuestione los modelos tradicionales de producción y consumo. Yo creo que el verdadero valor está en enseñar a aplicar estrategias circulares en contextos reales, con proyectos que demuestren que la sostenibilidad no es solo un discurso, sino una ventaja competitiva y social. Si la formación no logra inspirar cambios en la mentalidad y en la práctica de los participantes, corre el riesgo de quedarse en la teoría y perder su propósito transformador.