Ofrece un valor significativo al fortalecer la autonomía alimentaria, promover la seguridad alimentaria, y empoderar a las comunidades. Facilita el desarrollo e implementación de políticas efectivas, capacita a las entidades y comunidades, y fomenta prácticas sostenibles y la cooperación regional. Además, apoya la innovación y el desarrollo tecnológico, y mejora la resiliencia y adaptabilidad ante desafíos alimentarios y ambientales.