Esta capacidad permite generar aproximaciones metodológicas originales que integran tanto el rigor científico como la sensibilidad contextual, facilitando la creación de protocolos y procedimientos adaptados a las realidades específicas de las comunidades. El desarrollo de metodologías propias fortalece la autonomía investigativa y permite superar las limitaciones de los métodos tradicionales, generando conocimiento situado y culturalmente pertinente. Además, contribuye significativamente al campo de las ciencias sociales al proponer nuevas formas de comprender y abordar los fenómenos psicosociales.