Esta capacidad permite desarrollar y fortalecer el capital social local, empoderando a los actores territoriales para que sean agentes activos en la transformación de sus propios contextos de conflicto. El fomento de liderazgos locales asegura que las iniciativas de paz estén profundamente arraigadas en el conocimiento y la legitimidad local, lo que aumenta significativamente su impacto y durabilidad. Además, esta aproximación contribuye a la creación de redes de apoyo y solidaridad que pueden sostener los procesos de paz a largo plazo, incluso en ausencia de intervención externa.