Esta capacidad permite desarrollar intervenciones que responden directamente a las necesidades específicas de cada comunidad, considerando sus características culturales, sociales y económicas particulares. Al fundamentarse en una investigación rigurosa de las problemáticas psicosociales, se pueden diseñar estrategias de intervención más precisas y pertinentes, aumentando significativamente su impacto y sostenibilidad. Además, este enfoque situado facilita la participación activa de la comunidad en el proceso de investigación e intervención, lo que no solo enriquece la comprensión de las problemáticas sino que también fortalece el compromiso y la apropiación local de las soluciones propuestas.