El valor agregado radica al mejorar la eficiencia y efectividad en el tratamiento de aguas, avanzar en tecnologías ambientales, cumplir con normativas, reducir costos, proteger la salud pública, contribuir a la sostenibilidad ambiental, facilitar investigación, y mejorar la gestión de recursos hídricos, así como el empleo de tecnologías de fácil acceso en el tratamiento de aguas residuales.